Las últimas evidencias científicas demuestran que el virus SARS-CoV-2 tiene en la transmisión por medio de aerosoles una de sus principales vías de contagio, siendo además la que cuenta con más posibilidades de superar la barrera de la mascarilla si estos aerosoles se acumulan en cantidad suficiente.
En los espacios cerrados, donde conviven personas sanas con otras potencialmente contagiadas, mantener una ventilación adecuada es la única forma para frenar los contagios.
Aunque todos los lugares de trabajo deben contar con algún sistema de ventilación, puede que no hayan sido diseñados para afrontar las exigencias derivadas de la exposición al virus. Por ese motivo es imprescindible realizar mediciones que permitan conocer los niveles de renovación de aire existentes y establecer las estrategias adecuadas de acuerdo con la metodología diseñada por la universidad de Harvard y el CSIC. Las mediciones pueden realizarse tanto con el local ocupado como vacío, empleando metodologías diferentes para cada caso.